El deporte en Grecia se remonta al 776 a. C. cuando comenzaron los primeros Juegos Olímpicos que se disputaban cada cuatro años en la ciudad de Olimpia. Durante estas competencias se creaba en los ciudadanos una sensación de fraternidad y surgía un sentimiento de pertenencia a una estructura socio-política superior al de la polis.
Los orígenes de los Juegos Olímpicos
En sus orígenes, los niños menores a doce años entraban a la palestra, donde eran instruidos para desarrollar sus músculos y disciplinar los nervios; más tarde, a los dieciséis años, ingresaban al gimnasio, donde hacían ejercicios físicos y de atletismo. Finalmente a los veinte años los griegos concluían su formación deportiva y estaban capacitados para competir en los Juegos Olímpicos.
El deporte constituía una parte fundamental en la sociedad, sin embargo, aún no había organismos dedicados a regular esta actividad, ya que siempre se vinculó al deporte como un juego no como una disciplina; otras áreas, como la industria, la ganadería y la agricultura se desarrollaron con más rapidez.
La administración deportiva
Fue con el paso de los años que se consideró al deporte como una actividad que podía generar altos ingresos debido a su aceptación popular y reactivador de la economía.
Las grandes competencias como los mundiales de fútbol, los juegos de invierno, los mundiales de atletismo y las Olimpiadas dieron un realce al deporte a causa de su trascendencia entre las naciones. No hay que perder de vista que los deportistas representan a una nación como figuras públicas, lo cual es una responsabilidad muy grande.
Es entones que comenzó a instituirse la administración deportiva como un órgano necesario para la gestión de esta disciplina; es decir profesionalizarlo de tal manera que adquiriera importancia como si se tratase de una industria.
Los gestores deportivos se han convertido en pieza fundamental para el desarrollo del deporte como lo concebimos hoy en día, el repunte ha sido tal que se ha instaurado la administración deportiva como profesión.
Adair Rodríguez
UTEL Editorial