La asepsia cerebral a través del sueño

De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, soñar significa: representarse en la fantasía imágenes o sucesos mientras se duerme. Esta definición parece escueta respecto al valor que le otorgamos a los sueños, los eventos aleatorios que se dan cita en nuestra mente mientras descansamos pueden develarnos cosas insospechadas.

Cuando despertamos transitamos en un periodo entre el sueño y la consciencia plena, a este periodo se le denomina: inercia del sueño o estado hipnopómpico. Es en esta parte cuando evocamos los últimos momentos de la ensoñación, arañamos las últimas imágenes y surge la necesidad de captar a detalle lo que hemos soñado.

Como es de suponer, raras veces conseguimos tener un nítido recuerdo del sueño, la consciencia de la vigilia termina por imponerse y devuelve a la mente situaciones de nuestro deber cotidiano. En ocasiones hay sueños que se quedan grabados en nuestra memoria por cierto lapso, esto se debe a la trascendencia, “lo cercano con la realidad”, pero sobre todo al vínculo que tenemos con las personas o imágenes.

Los sueños pueden ser categorizados de la siguiente manera: agradables, desagradables, violentos, fantasiosos, bizarros, estresantes e intrascendentes. El estado de ánimo, tiempo que se le dedica al descanso y vivencias personales delimitan un espectro generalizado de lo que se soñará. Por ejemplo, si tenemos estrés constante es probable que presentemos pesadillas, y viceversa.

La significación de los sueños atañe a otro escrito donde se profundiza más acerca de este fenómeno, lo cierto es que la acción de dormir tiene un efecto de «limpieza» en el cerebro.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Rochester en New York ha descubierto que durante el sueño se eliminan ciertos productos secundarios tóxicos que se almacenan en nuestro cerebro durante la utilización habitual de las neuronas. Asimismo, se descubrió una red microscópica de tubos que atravesaba el cerebro de un extremo a otro transportando líquido cefalorraquídeo, (el que llena las cavidades del cerebro) cargado de residuos. No obstante para que el funcionamiento de este sistema de “recogida” de suciedad cerebral se lleve a cabo, necesita de mucha energía, lo que hizo suponer a los científicos que este mecanismo, sería imposible  de estar las funciones cerebrales conscientes, es decir despiertos.

A partir de esta investigación es posible deliberar que, en la medida se duerme más, mayor es el desecho de sustancias nocivas y en consecuencia, un funcionamiento más óptimo de nuestro cerebro.

Adair Rodríguez
UTEL Editorial