Datos curiosos: Ley de Murphy

Tras una jornada agotadora de trabajo donde nada te salió bien, caminas y piensas “solamente falta que vea a mi ex con otro”, ¡Sorpresa! Ahí está ella de lo lindo en sus brazos; entonces recuerdas la Ley de Murphy: “si algo puede salir mal, saldrá mal” si le ha pasado algo similar, definitivamente ese no será su día.

¿Qué origen tiene La ley Murphy? se dice que en 1949 Edward A. Murphy Jr. inventó un prototipo con la finalidad de medir y registrar la aceleración que podía resistir el cuerpo humano, el encargado de probar dicho dispositivo fue John Paul Stapp; experimento que consistió en la construcción del cohete-trineo de Murphy, el cual falló.

Luego de revisar las causas de la falla, Edward halló que el problema había sido de los técnicos al montar mal una pieza clave, situación que le condujo anunciar: “si hay algún modo de que un técnico haga las cosas mal, las hará mal“. Más tarde George E. Nichols, gerente de proyectos de la fábrica de aviones Norhrop, divulgó tal argumento como: “si algo puede salir mal, saldrá mal”, frase que actualmente es usada por las personas.

El simple hecho de nombrar la Ley Murphy cuando han ocurrido una serie de infortunios, podría decirse que es una cuestión de asimilación y superstición ante lo que está por ocurrir.

Cabe subrayar que esta es distinta de la Ley del Karma, ya que esta apela a que nuestros actos, sean de cualquier índole, se revierten, es decir que nuestras buenas y malas acciones se retribuyen tarde o temprano. El karma tiene un contexto más espiritual y está íntimamente ligado a creencias hindúes y budistas.

Por el contrario la ley de Murphy se relaciona con sucesos cómicos, es una manera jocosa de tomar con humor “un mal día”, por ello se recomienda no ser supersticioso. Este tipo de predicciones tienen que ver con la “Ley de atracción”, es decir, se deben evitar las formulaciones verbales porque es posible que se cumplan, por ejemplo frases como: “nada más falta que…” porque es posible que los malos momentos se atraigan con la mente. Aunque también hay que recordar que este ya es el terreno de la metafísica, así que lo más recomendable es no dejarse llevar por malos presagios.

 

Adair Rodríguez

UTEL Editorial