Seguramente en más de una ocasión has escuchado sobre el término empatía; que usualmente es definido como ponerse en el lugar o zapatos de la persona que nos comunica alguna situación personal, sin embargo, ¿cuál es el significado de esta palabra?
El significado de la empatía
La empatía ha tenido diferentes definiciones a lo largo de los años, cada una dependiendo del componente cognitivo y afectivo que se le atribuye, de ahí que diversos autores refieran a la empatía como “la habilidad cognitiva para reconocer y comprender los pensamientos, las perspectivas y sentimientos de otro” (p.165 (Borke, 1971, Buckley, Siegel y Ness, 1979; Greenspan, Barenboim y Chadler 1976; citados en Eisenberg, 1992).
Por otra parte, Batson y Coke, 1981; Feshbach, 1978; Hoffman, 1975; Sawin, 1979, Satub, 1978; Stotlan, 1969; citados en Eisenberg, 1992, definen la empatía bajo el componente afectivo como “la experiencia vicaria de una emoción que es congruente (aunque no necesariamente idéntica) con la emoción de otro individuo.” (p.165).
Se puede decir que la empatía es la habilidad que tenemos para comprender la perspectiva y emociones de la otra persona a partir de lo que nos expresa de manera verbal y no verbal.
¿Dónde se encuentra la empatía en nuestro cerebro?
De acuerdo con Fernández, López y Márquez (2008), al conformarse la empatía de componentes cognitivos y afectivos, ésta se expresa en distintas áreas cerebrales, entre ellas: lóbulo prefrontal medial, lóbulo temporal, surco temporal superior, el lóbulo parietal inferior, estructuras límbicas y córtex prefrontal.
¿Te has preguntado cómo se desarrolla la empatía?
Se han realizado estudios para identificar el desarrollo de la empatía y se encontró que ésta puede comenzar a generarse en la infancia.
Desde las primeras semanas de nacido, un bebé puede llegar a mostrar malestar y llanto como respuesta al llanto de otro bebé, lo cual representa un precursor de la empatía.
Por ello, es importante que durante su desarrollo, un niño cuente con un apego temprano, así como afecto parental de su cuidador para que pueda generar confianza y seguridad en él mismo, a partir de cuidados, amor y atención, propiciando que se sientan más sensible a los sentimientos de otros (Eisenberg, 1992).
No obstante, es valioso que los cuidadores y demás lugares socializadores del niño cuenten con disponibilidad de modelos empáticos; es decir, que las personas a su alrededor les enseñen a validar, aceptar y expresar sus emociones. Para eso los adultos deben identificar y manejar sus propias emociones, ya que la empatía se construye sobre la conciencia de uno mismo: si somos más abiertos a nuestras propias emociones seremos hábiles para interpretar el sentir de otras personas (Goleman, 1998).
Cabe mencionar que si el niño vive en un ambiente con carencia de apego temprano, afecto parental y disponibilidad de modelos empáticos, ello no conllevará necesariamente a una falta de empatía, pues ésta se puede ir desarrollando bajo el contexto de otras relaciones interpersonales o en un proceso terapéutico.
¿En qué nos puede ayudar la empatía?
La empatía nos ayuda a tener una comprensión y comunicación diferente en nuestras relaciones interpersonales. Las personas que se muestran empáticas en sus lugares de trabajo, escuchando a sus compañeros, jefes o clientes, pueden llegar a generar un mayor éxito profesional.
En su investigación, Galiani y Terlato (2020) recolectaron información relacionada con personas líderes en empresas nacionales y trasnacionales, encontrando que los líderes usan la empatía para comprender el punto de vista de su personal, aceptan sus opiniones (aunque no las compartan) y sus sentimientos, lo cual genera confianza en el equipo y un entorno de trabajo colectivo que ayuda a mantener la motivación.
¡Fomenta tu empatía!
Posiblemente ya empatizas con las personas de tu alrededor, o bien, te das cuenta que aún te falta trabajar en ese aspecto. A continuación, te compartimos una estrategia denominada Escucha activa para empezar o seguir practicando tu empatía:
El concepto de escucha activa se le atribuye al psicólogo humanista Carl Rogers. Se refiere al proceso en el que se desarrolla la compresión de lo que expresa la otra persona y la capacidad para regresar lo escuchado (Chávez y Michel, 2017). No hay pasos por seguir, simplemente se debe contemplar lo siguiente:
- Tener la disposición de escuchar a la otra persona.
- Centrar la atención en la otra persona: mirarla para captar algunas expresiones no verbales que pueden indicar una emoción.
- Callar nuestros propios pensamientos.
- Dejar que la otra persona se exprese, sin interrumpir.
- Regresar un poco de lo escuchado: hacer un resumen, parafraseo o eco de lo que se ha escuchado.
En conclusión, la empatía no sólo fomenta un mayor éxito profesional sino que también ayuda a tener una interacción distinta con nuestro alrededor y forjar mejores relaciones interpersonales, así como comprender la perspectiva y sentir de otro, independientemente de que no concordemos con ellos. Además, trae beneficios para nosotros mismos, pues nos hace más conscientes de nuestras propias emociones y nos permite ser más sensibles a la vida.
Psic. Ana Karina Cárdenas Torres
Programa de Éxito Académico y Profesional (PEAP).
Referencias:
Chávez, R. Y Michel, S. (2017) El espacio protegido del diálogo. México: Ediciones Papiro Omega
Eisenberg, N. (1992) Empatía y respuestas afines en los niños. En La Empatía y su Desarrollo (pp. 163-177). España: Descleé de Brouwer.
Fernández, I., López, B. y Márquez, M. (2008) Empatía: Medidas, Teorías Y Aplicación. Anales de Psicología / Annals of Psychology, 24(2), 284–298. https://revistas.um.es/analesps/article/view/42831
Goleman, D. (1998) Las raíces de la empatía. En La Inteligencia Emocional (pp. 89-100). Kairós. http://www.cutonala.udg.mx/sites/default/files/adjuntos/inteligencia_emocional_daniel_goleman.pdf
Galiani, D. y Terlato, A. (2020) Desde La Inteligencia Emocional al Liderazgo Empático. Universidad del CEMA. https://ucema.edu.ar/publicaciones/download/documentos/768.pdf