La imagen es el concepto que define a la modernidad. A diferencia de otras épocas, la de hoy en día gira alrededor de las imágenes. Y las imágenes son producto de una disciplina que no ha hecho más que evolucionar en el mundo digital, la fotografía. Instagram, por ejemplo, es de las redes sociales más populares y que nos enseña todos los días el potencial de la fotografía.
Para que una red como Instagram haya podido tener éxito, se necesitó de una cultura inclinada hacia el placer de las imágenes, además de facilidad para tomar fotografías de alta calidad. La cultura del Smartphone está relacionada con la posibilidad de tomar imágenes de gran calidad en casi nada de tiempo, lo que pone al alcance de cualquiera la opción de fotografiar.
Aunque para que la potente cámara de nuestro Smartphone funcione correctamente, se necesitaron años de investigación que permitieron incluir la técnica fotográfica (hasta cierto nivel) en estos populares aparatos. El internet nos da la oportunidad de interactuar con personas apasionadas iguales a nosotros, que no necesariamente tenemos que conocer en persona, uno de los atractivos de Instagram, es que tienes la posibilidad de que muchas personas interactúan contigo y experimenten tus fotografías.
Es curioso que además de ofrecer tecnología práctica, Instagram se ha ocupado de mantener vigente cierto elemento retro correspondiente a la ciencia fotográfica. Como ejemplo de esto, la red nos brinda la posibilidad de modificar nuestras imágenes con efectos como filtros vintage y marcos. Otro ejemplo de esta característica de la red, es que puedes modificar tus fotos para hacerlas parecer instantáneas, y que parezcan provenientes de una Kodak Instamatic o una Polaroid.
A pesar de las bondades tecnológicas de hoy en día, la fotografía (y más específicamente la composición de las imágenes) contiene elementos teóricos, que ninguna cámara aplicará por nosotros.
UTEL Editorial
