A través de los años, las opiniones acerca de qué género es más emocional han suscitado un acalorado debate, sin embargo, la evidencia científica concluye que las diferencias radican en la manera de expresar la emoción.
Con frecuencia se dice que los hombres son menos emocionales que las mujeres, pero esto no quiere decir que sientan menos ni tampoco que sean incapaces de mostrar sus sentimientos. En esencia su nivel emocional es similar, no obstante la apertura de externar lo que sienten es lo que al final hace la diferencia.
Las medidas emocionales
En un estudio, cuando hombres y mujeres vieron descripciones de personas que sufrían, los varones mostraron poca emoción mientras que las mujeres expresaron preocupación por la gente que mostraba sufrimiento (Eisenberg y Lennon 1983). No obstante, las medidas fisiológicas de activación emocional (como ritmo cardíaco y la presión sanguínea) revelaron que los hombres estaban tan afectados como las mujeres.
Los científicos concluyeron que los varones inhiben la expresión de sus emociones, en tanto las mujeres tenían más apertura al externar sus sentimientos. En el caso anterior se considera que los sentimientos de tristeza, empatía, compasión y sufrimiento no son tan viriles, por eso se les “educa” o entrena desde niños a no manifestarlos.
Un aspecto relevante son las diferentes reacciones de uno y otro sexo ante la misma situación. En un estudio los participantes respondieron ante situaciones hipotéticas en las que eran traicionados o criticados por otra persona (Brody, 1985). Los hombres argumentaron que sentirían enojo, por su parte, las mujeres fueron propensas a sentir dolor, tristeza o desilusión.
Mediáticamente, la diferencia radica en cómo expresa cada uno la emoción; en hombres, por ejemplo, el enojo es una expresión hacia afuera que suele manifestar con violencia hacia los demás. En mujeres este sentimiento es hacia adentro, tiene impacto interno y su emotividad es contenida; de ahí que cuando se les cuestiona qué les sucede suelan responder con monosílabos como: “no, nada» o «estoy bien”.
Adair Rodríguez Ángeles
UTEL Editorial
